(Fotografía realizada por Laura Berrocal)
La «Nueva carta sobre el comercio de libros» es —como
ya he dicho en otras ocasiones— una obra valiente y comprometida donde se diserta, en forma de epístola, sobre el
mundo del libro y sus problemas actuales: el plagio, los derechos de autor, la piratería, la revolución digital y otros muchos problemas que, como se dice en
la solapa, «hacen del comercio y la distribución de libros un negocio no seguro
y en peligro de extinción».
En mi
«carta», titulada «Del sustento del autor o del sueño a la utopía», trato el tema de los derechos económicos de
autor. Y los trato desde una doble perspectiva.
Por un
lado, hago hincapié en la necesidad de que exista una retribución adecuada por
el trabajo que realiza el escritor. No se trata de ganar dinero por el mero
hecho de escribir sino de no dejar de ganarlo por publicar lo que se ha
escrito. Es necesario que los editores, que son a quienes les corresponden
realizar los anticipos y las correspondientes liquidaciones anuales, tomen
conciencia de esta necesidad y sean honestos y escrupulosos —incluso, añadiría,
generosos— en el cumplimiento de estas
obligaciones. Si realmente quieren que la obra sea rentable no les queda otra
cosa sino que invertir e implicarse en
su promoción. De lo contrario, el fenómeno de los escritores independientes, es decir, de aquellos que controlan todo el proceso de
creación, publicación, difusión y venta de su obra, a través normalmente de
plataformas digitales de autoedición, como Amazon, arrasará con el sistema editorial tradicional.
Por
otro lado, en mi carta hago una reflexión sobre la suficiencia del actual
régimen retributivo del autor. Como todos sabéis, éste consiste en un
porcentaje sobre la venta. Porcentaje que suele rondar en un 10 % del precio de
los libros vendidos, si bien hay una tendencia a reducir este porcentaje,
ofreciéndose el 7 % o incluso menos (por
mi primera obra La ley de los pobres,
por ejemplo, la editorial me ofreció un 5%). A primera vista, un 10 % podría
parecer un porcentaje alto pero no es así. El precio medio de los libros suele
establecerse entre los 15 y los 20 euros. Ello supone que la retribución del
autor, si optamos por el 10 %, alcanzaría entre 1,5 y 2 euros por libro
vendido. Calculad cuántos libros tendrían que venderse al mes para obtener una
retribución que roce, al menos, el salario mínimo interprofesional, situado en unos 640 euros mensuales:
alrededor de unos 320 libros al mes. Muy pocos autores logran esas cifras de
ventas.
«Pero
eso le ocurre a cualquiera que elabore y venda sus productos o sus servicios»
diréis. «¿Cuántas carreras, por ejemplo, tendría que hacer un taxista al día
para conseguir esos emolumentos?» Y así
es. Todos son trabajadores autónomos que tienen que trabajar duro para poder
llegar hasta fin de mes. La diferencia está en que del trabajo del autor se benefician
otros muchos intervinientes de la industria editorial que no han participado en
el proceso de creación pero que son necesarios para su existencia (fundamentalmente,
editores, distribuidores y libreros). Para que os podáis hacer una idea, de las
ganancias de un libro, el 50 % es para el editor y el otro 50% para el distribuidor. De ese 50 %, el
distribuidor negocia con los libreros sus emolumentos, que oscilan entre el 30
% y el 40 %. De su parte, la editorial debe pagar, como ya se ha dicho, al autor, pero también a otros intervinientes:
al editor, al corrector, al maquetador, al impresor… Con lo que al final el
beneficio neto que se suele llevar la editorial es del 10 %.
Quizá
sea el momento de replantearse estos repartos. Incluso el propio sistema actual
de porcentajes. Y eso es lo que intento hacer en mi colaboración en la «Nueva
carta sobre el comercio de libros». Proponer un nuevo sistema de retribución
del autor. Espero que ese nuevo sistema os convenza y les convenza a quienes
tienen poder de cambiar las cosas. En juego está, nada menos, que la propia
existencia del libro.