miércoles, 9 de abril de 2014

Manual para evitar un naufragio, por Miguel Hernández García


Quien comience a leer este texto pensará que nada tiene que ver el título de esta entrada con un libro sobre el mercado editorial. Intentaré explicar(te) el porqué de la correlación. En la imagen que sobrevuela este texto podemos observar la entrada del mar sobre una playa y detrás de ella algunas rocas tras las que se intuye la existencia de una ingente porción terrenal.

No son elementos ajenos a algunas de las ideas expuestas en la “Nueva carta sobre el comercio de libros”. Muchos de los que hemos tenido la oportunidad de participar en su creación nos sentíamos como náufragos a la deriva, amarrados a nuestro trabajo relacionado de uno u otro modo con los libros como única tabla de navegación en la que surcar una deriva cada vez más acuosa y menos terrenal. Fue el divisar la sedosa arena de la Playa de Ákaba que edita este libro lo que nos movió a bracear hasta alcanzar exhaustos tierra firme. Uno a uno, los componentes de la lista de autores de este libro fuimos compartiendo nuestras historias de penurias en cada travesía, y una vez coordinados por editores y correctores nos decidimos a afrontar el avance por el terreno rocoso con el fin de poder sobrevivir.

Acabamos de trepar por las rocas y nos hemos encontrado con que hay más habitantes en esa extensa porción de terreno. Estás tú. Sí, amigo lector. De ti dependen nuestro avance, nuestro asentamiento y, en último término, nuestra supervivencia en este duro lugar. ¿Qué te pedimos? Caridad y compasión, no. Comprensión, sí. No queremos que nos des comida, queremos que no nos quites la que podamos recolectar con nuestro esfuerzo. No queremos que nos acojas en tu casa a cambio de nada. Queremos que nos dejes enseñarte nuestros conocimientos y puedas aprender de ellos como nosotros de los tuyos. En definitiva, queremos convivir contigo y que compartas con nosotros esta “Nueva carta sobre el comercio de libros”, porque de ello dependerá que entre todos podamos evitar nuestro naufragio. El de nosotros, puesto que un texto no existe hasta que alguien lo lee, y si nos quedamos sin tabla de salvación nos ahogaremos en el implacable mar del mercado editorial. Y el tuyo, ya que leer este libro contribuye a lanzar un bote salvavidas a la literatura y, por extensión, a todos nosotros, pues sin el conocimiento compartido no cabe existencia posible.

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